Estoy convencido por experiencia que la mayoría de la gente que conozco quiere que su vida sea mejor, especialmente más feliz y más tranquila, y que muchos de ellos buscan las maneras para hacerlo, usualmente a través de formas que son mas externas que internas. Mucha gente evita o huye de casi cualquier método interno debido a que ellos tienen el temor de que ello implique aceptar alguna creencia. Frecuentemente, ellos ven a las personas quien, de hecho, parece tener real experiencia en estos objetivos que satisfacen la vida, sin embargo, todavía vacilan porque sospechan de algún truco o creencia que los atrape.
Después de todo, la mayoría de nosotros los que hemos alcanzado la edad adulta hemos abierto la puerta para encontrar las personas prometiendo la felicidad y paz si solo aceptáramos las creencias de su religión particular. Aún los parientes, amigos, y conocidos con buenas intenciones nos invitan a experimentar sus prácticas espirituales. Pero si estamos satisfechos con nuestra tradición religiosa o solamente no queremos tratar otra, hacemos lo mejor para decirles a ellos “no” cortésmente y entonces cambiar el tema o cerrar la conversación para que salgan de nuestra casa. Durante todo este tiempo, sin embargo, todavía nos gustaría encontrar algo sencillo, una práctica o técnica o proceso que no requiere que aceptemos cualquier creencia pero que nos brinde la oportunidad de encontrar nuestra propia forma de obtener más felicidad y tranquilidad. Yo fui una de las personas con la suerte de encontrar tal práctica en la meditación, hace años mientras estudiaba por una licenciatura en la Universidad de Nebraska en Omaha.
Yo participaba en una clase de psicología enseñada por el Dr. Gordon Becker, un psicólogo clínico, y uno de los objetivos fue para escribir un ensayo sobre un tema que había sido presentado a nuestro grupo por uno de los conferencistas que había visitado en nuestra clase. Justo antes de ese tiempo, uno de los profesores en nuestra universidad, el Dr. David Shultze, había dado un discurso acerca de la meditación, por lo que me interesé, y dio una invitación a los estudiantes en nuestra clase a visitar a su grupo ubicado en la ciudad universitaria. También había indicado que la meditación no involucraba aceptar otras creencias; más bien, que solo se trataba de experimentar las técnicas para averiguar si uno experimentaba cualquier resultado benéfico. Tampoco las técnicas de la meditación silenciosa eran consideradas como una religión. Desde que yo fui una de esas personas que quería que su vida fuera más feliz y tranquila, además de tener material sobre para poder escribir un ensayo, entonces decidí aceptar la invitación de David. Durante la semana siguiente, participé con su grupo y me beneficié de la meditación silenciosa de 45 minutos, aprendí cómo practicar, y averigüé que no había ninguna creencia que yo tuviera que aceptar. Consecuentemente, escribí el ensayo y continuaba asistiendo a su grupo porque me había sentido con algo de paz y tranquilidad que quería en mi vida.
Desde esa noche de otoño, en 1975, he estado practicando la meditación sin tener que aceptar cualquier creencia y mi vida ha llegado a ser progresivamente más feliz y tranquila. ¿He tenido ausencias en la práctica a lo largo de este camino? Ciertamente, y me han ayudado a experimentar la pérdida de la felicidad y la paz que necesito para retornar a mi práctica y asistir a los retiros de meditación, incluyendo un retiro solo de 30 días, estudiar, y leer para mejorar mi habilidad para continuar abriéndome a las perspicacias que vienen en mi dirección. He practicado y participado con varios grupos de meditación. Ninguno de ellos ha hecho algo más que intentar ayudarme en mi propio entrenamiento, reforzando el hecho que nada es para ser creído, a menos que lo experimente como verdad para uno mismo.
Como un resultado de mi familiaridad y experiencia empírica con la meditación durante estos años, algunas cosas han llegado a ser muy claras para mí. Por ejemplo, he aprendido que uno puede continuar practicando la religión propia, mientras sigue con la disciplina de la meditación; de hecho, tiene la posibilidad de mejorar la experiencia espiritual en su fe, si es protestante, católica, judío, o budista. La habilidad de uno para enfocarse, por ejemplo, mientras ora o canta puede ser perfeccionada. Además, su compasión para tomar una acción para reducir el sufrimiento de otros puede ser aumentada. Uno de los mejores modelos actuales para trabajar compasivamente día tras día fue la Madre Teresa. Cuando le preguntaron cómo oraba, respondió diciendo, “Solo escucho.” Cuando el reportero oyó esta respuesta, le preguntó que quería decir, y ella dijo que si él no “sabia”, entonces no había ninguna manera de explicarlo por no entendería. Sin embargo, alguien que practica la meditación de la atención plena sabe que su método de orar está relacionado con la técnica de enfocarse sobre el silencio.
Otra revelación que ha llegado a mí a través de la experiencia meditativa es el respeto por la vida, específicamente no lastimar a otros seres vivientes. He aprendido que tal realización no es una idea pero un “saber” que uno siente internamente, a través de todo su corazón. Mientras crecía en una granja, fui acostumbrado a matar a animales como los pollos, conejos, ardillas, cerdos, borregos, y novillos para la comida y después hice una carrera con la fuerza aérea de los estados unidos, yo no estaba preparado para la realización que yo iba a experimentar en un retiro de meditación en Texas en 1992.
Un día al salir para caminar después de la comida, descubrí que estaba pisando sobre, automáticamente y sin pensar, un ejército de hormigas que cruzaba la senda en la que caminaba. Fue tal sorpresa de encontrarme haciendo eso, porque nunca me había importado la vida de los insectos antes de esa ocasión. Además, si hubiera pisado sobre ellas o no, realmente no me habría importado de ninguna manera, pero en ese momento vi que me importaba y profundamente! Desde ese entonces, he encontrado realmente difícil ver a cualquier ser viviente siendo matado por otros, y he sentido el arrepentimiento profundo por la matanza que cometí con los animales en el pasado.
Además, otras cosas han ocurrido en mi experiencia a través de los años para promover mejor felicidad y tranquilidad como un resultado de practicar la meditación sin creencias. Mientras solía llegar a estar muy enojado acerca de las cosas que han salido mal en mi vida personal y profesional, esta emoción rara vez me abruma ahora. Segundo, para mí, es mucho más fácil soltarme de las inconsistencias que pasan con los estudiantes de inglés. ¡Qué alivio! Ahora lo encuentro más gratificante para tomar más tiempo para considerar lo que me gustaría hacer antes de tomar una acción. Cuarto, estoy dispuesto a no enfrentar a otra persona, y cuando es necesario, me encuentro haciéndolo con mucho más tacto, pues ya me he puesto en sus zapatos. Por último, y lo más importante, ahora soy mucho más constante en las relaciones personales, cosa que no había sido el caso antes de mi práctica.
En conclusión, lo que realmente ha hecho una diferencia en mi vida, como mencioné arriba, ha sido la práctica de la concentración, atención plena, y amor bondad en las sesiones de meditación. Además, los he integrado dentro de mis asuntos diarios y no solo las he dejado sobre el cojín como probablemente pensarían las personas, que no meditan. También uno de los aspectos de la meditación que amo tanto es que esta práctica es como una exploración de paisajes internos—porque uno nunca sabe que va a descubrir en el próximo momento. El aprender y emplear las técnicas de meditación no indica aceptar ciegamente las creencias de cualquier tradición; más bien, es usar lo que “se sabe” como resultado de la práctica para funcionar más felizmente y tranquilamente en su vida cotidiana. Es una demostración del sentido común. Uno no tiene que ser budista para mejorar su vida a través del uso de la meditación; pues quizá, los budistas prefieran no hacer eso!
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