Mientras estamos inundados con las películas, los
programas de noticias y dramas en la televisión, y los juegos de video que nos
enseñan la muerte, todavía preferimos mantener los pensamientos de nuestro
propio proceso de morir a una distancia.
Algunos de nosotros decimos, “Por favor, no permites que la muerte nos duela”
o “No quiero saber acerca de mi muerte cuando pase.” También, a muchos de nosotros particularmente
no nos gusta estar a la cabecera de un moribundo quien es parte de nuestra
familia o círculo de amigos cercanos.
Probablemente, eso es porque es espantoso o nos recuerda de cómo podría
ser nuestra propia muerte, es posible que pueda ocasionar que nos sintamos
desesperados, desventurados, y indefensos—no en paz en absoluto. Sin embargo, si tomáramos más tiempo para
considerar el morir, podría ser que nos acercáramos a la muerte con una mentalidad
diferente, aun pensando que estamos más preparados para experimentarla por
nosotros mismos cuando nos toca.
En general, la muerte en nuestra cultura occidental solía
ser tratada más diferente que ahora. Al
principio del siglo veinte, la mayoría de la gente murió antes de tener 50 años
de edad causada por cosas que no sabíamos cómo tratar. Como mi hermana mayor me decía, “Ellos solo
se enfermaron y murieron.” Pero murieron
en sus propias casas, con los cuidados familiares y seres queridos con
ellos. (Por ejemplo, cómo mi Tátara
Abuela Cousins murió en su casa en 1902.)
También, después de sus muertes fueron bañadas, vigiladas, y enterradas
con la ayuda de la familia, los amigos, y la comunidad. Ahora, la gente vive mucho más tiempo debido
a los medicamentos y la tecnología.
Pueden ser conectados a un ventilador en un estado vegetativo o no
vegetativo por años. Segundo, comiendo
sanamente y tomando las pastillas y las inyecciones para la diabetes nos
permite vivir hasta los 80s o aun más.
Otros siguen viviendo con varios tratamientos pero a veces con el dolor
inmenso de lo cual dirían “Bienvenida” a la muerte como una solución.
Sin embargo, tales acercamientos radicales y
diferentes en la medicina moderna han conducido a las ideas distintas acerca de
lo que hacen una buena muerte en paz.
Por ejemplo, hay la noción en el Occidente, llamada el materialismo
científico, lo cual cree es bueno morir mientras estás inconsciente. Es la idea que cuando la pérdida de la vida
es el fondo lineal de la existencia material, ¿por qué no se suaviza el
golpe? Si mueres en tu sueño, la gente
frecuentemente dice, “Gracias a Dios, ¡qué bendición!” o “Pues, por lo menos ella nunca sabía que le
golpeó.” Al contrario, cuando la
influencia Judea-Cristiana dominó la cultura occidental, no siendo consciente
de la muerte que viene fue considerada un desastre. Al tener el tiempo para prepararse apropiadamente
fue creído adecuado para asegurar un resultado benéfico. En mi propia familia, mi querido Tio Ernie
murió casi instantáneamente enfrente del mostrador de admisión del hospital municipal,
mientras su primera esposa había muerto en su sueño junto a él y fue
descubierta completamente fría y muerta la próxima mañana. ¿Fueron las maneras en que murieron ellos una
bendición o no? No hay una manera para
saber; por ejemplo, el esposo de mi sobrina murió recientemente, escogiendo
hacerlo con la aprobación de su familia, a causa de la neumonía que había
resultado como una complicación de otra enfermedad fatal. En este caso, la muerte de Dar pareció ser
una bendición porque estaba preparado.
Cuando examinamos el acercamiento oriental de morir,
también vemos una tradición donde preparándose apropiadamente para la muerte es
creído propicio asegurar un resultado benéfico, pero diferente en varios
aspectos. Philip Kapleau Roshi, un
maestro Americano notado de Zen, dijo, “Tu mente al tiempo que tomas tu última
respiración es crucial, porque sobre esto depende de la dirección y
personificación de la fuerza de vida subsiguiente.” Por supuesto, esto es basado en la idea que
la vida continua después de la muerte—algo también creído en el
Cristianismo—por tanto, conviene a uno estar en el mejor estado mental posible
a la hora de la muerte. Jeffrey Hopkins,
un autor bien conocido en el mundo y un escolar del Budismo Tibetano, dice, “de
la perspectiva tántrica, el punto de la muerte real es amarrado no a la
inhalación y la exhalación pero a la apariencia de la mente de la luz
clara.” Este concepto es diferente de la
noción occidental en la cual la vida termina con la última exhalación y latido
del corazón, pero no completamente distinto de la indicación dada a los moribundos
cuidados por los voluntarios del
hospicio; es decir, ir a la luz.
Dzogchen Ponlop, otro maestro Tibetano y el autor del libro estimado “Mind
Beyond Death” (La Mente Más Allá De La Muerte), también relata que preparando
la mente es muy esencial para una buena jornada a través de y más allá de la
muerte.
Todavía, si examinamos las muertes de la mayoría de
las personas occidentales, averiguaremos una ausencia notable de cualquier tipo
de preparación de la mente para el asunto de morir, pero por lo menos algunas “han
puesto sus asuntos externos en orden.” Según
un autor y maestro Tibetano del Budismo, mundialmente conocido, Chogyam Trungpa
Rimpoche, dice, “Es un rechazo terrible, un rechazo fundamental de amor, que
nadie tiene la voluntad de ayudar al estado mental de un moribundo.” Quizás, esto no sea la verdad en el sentido
relativo en algunos casos; por ejemplo, los reverendos y sacerdotes en el
cristianismo podrían haber pasado horas en el consejo y la oración con los
moribundos. Sin embargo, sus situaciones
varían de acuerdo a la a la fe y la
creencia en un poder más alto; es decir, la concentración, la atención plena,
el amor bondad, la compasión—los medios que ayudarían al moribundo para entrar
y fluir a través del proceso de morir en paz.
Al desarrollar tal práctica para nuestra última etapa
de vivir en esta existencia debería ser el acto más importante que logremos, no
solo para nosotros mismos pero para la gente que atestiguará nuestra
muerte. Yo, por lo menos, quiero estar
listo. Quiero tener la habilidad que
necesito para salir de mi cuerpo en un estado de compasión y amor
incondicional; no para quedarme apegado a las personas, cosas, o metas dejadas
no logradas o perdido en los miedos, pensamientos, y visiones, pero para
abrirme deliberadamente a la luz clara mientras estoy concentrado, atento, y
sonriendo con una mente de amor bondad para mí mismo y otros, y con la fe completa
en la presencia divina del absoluto.
Verdaderamente, si tomas el tiempo para investigar la
muerte, especialmente cómo podemos acercarnos al morir con más de una
mentalidad convencional, encontraremos y desarrollaremos las técnicas que nos
preparan para nuestro momento final en este planeta. No queremos dormir o ser inconscientes
durante el proceso de morir, pero tomar control de él, con una mente positiva,
verlo claramente como el acto penúltimo de amor bondad para nosotros mismos y
otros. Cualquier sufrimiento mental que
sube del miedo de morir estará completamente o en gran parte ausente, y en su
lugar estará un nivel de confianza y paz mental. Mientras más practiquemos preparándonos para
la muerte será como un asunto diario, y más confiados llegaremos a ser,
acompañados por la realización de una fe más fuerte en un poder más alto, usando
la sabiduría que tantos han seguido.
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