Thursday, August 16, 2012

A TRAVÉS DE LOS OJOS DE MADURAR CON SABIDURÍA


      Ciertamente, todos nosotros hemos escuchado la expresión, “perro viejo no  aprende  truco nuevo.  Mientras no necesariamente subscribo a tal dicho, realmente digo, “Un viejo puede mirar las experiencias pasadas y recuperar las lecciones subyacentes que no se enseñaban a propósito en esos momentos.”  Por supuesto, esto implica usar un talento no  enseñado cotidianamente por los maestros comunes, especialmente  por aquellos que instruyen a niños y adolescentes.  Esto es solo una de las tantas lecciones valiosas que he aprendido como resultado de desarrollar un taller llamado “Madurar Con Sabiduría”.
      La investigación para este proyecto me impulsó a ver las cosas que la gente de religiones diferentes tienen en común, tanto como aquellos que no son parte de ninguna fe específica.  Normalmente se nos  enseñan los principios morales con que podemos vivir, lo que necesitamos hacer para ganarnos la vida, y a quien o dónde necesitamos acudir por  ayuda, cuando  otras maneras  fracasan. Nuestra educación inicia en la familia, las escuelas y finalmente las instituciones religiosas; posteriormente son intercambiados por los capacitadores en el trabajo, supervisores, compañeros de trabajo, y líderes de organizaciones y comunidades.  Los métodos usados en general para guiarnos son el dictar, hablar, presentar, examinar, y experimentar.  Este aprendizaje  inicia con el nacimiento y continúa hasta la muerte.
      Frecuentemente  aprendemos a repetir como  loros en lugar de comprender  el significado más profundo  que subyace atrás de una creencia o principio en particular, aún cuando no es comprendido por las personas que  dan la lección.  Por ejemplo, aunque las normas de moral básicas son comúnmente encontradas entre el cristianismo, budismo, y el judaísmo, estas generalmente tienen un sentido práctico y muchos adolescentes y algunos niños se rebelan a la forma como son reforzadas.  Y, por supuesto, tal rebelión usualmente es resultado de las equivocaciones por  parte de aquellos que están sublevándose, tanto como aquellos que están intentando enseñar y reforzar, a través de no culpar lo que perciben como correcto.  Finalmente las consecuencias de ellos son observadas en las reacciones que sin pensar  culminan en problemas a los niveles más altos de sociedades mundiales, sin importar la violencia difundida dentro y entre las culturas que dirigen.
    Pero cuando la gente que crea y guía a otros, toman el tiempo para ayudarles a realizar interiormente las ideas y principios que están siendo enseñados, el resultado es inequívocamente pacifico, práctico, y infinitamente valioso.  Según un maestro mundialmente renombrado, no creas nada, pruébalo por ti mismo y si es  verdad para ti, acéptalo; sí no, déjalo y solo regresa a ello si llega a ser la verdad para ti. 
      Mientras investigaba el material  para el taller, tome en cuenta que tanto aprendizaje había perdido cuando era niño y como  adolescente. Pensaba que sí sólo se me hubiera  enseñado a repetir el principio en el que estaba siendo instruido, pausar, prestar la atención a los pensamientos, imágenes, y sentimientos subiendo del interior de mi ser para acogerme al precepto, y entonces repetir este patrón unas pocas veces más, terminando en pensar en que hubiera aprendido de mis propios recursos internos y naturales.  Posteriormente, si me hubiera sido dada la oportunidad para informar al maestro de lo que habría aprendido de mi ser interior, y recibido su criticismo constructivo, eso habría mejorado mi saber sin ser lastimado, y es posible que no hubiera llegado a ser el joven rebelde que era, propenso a hacer equivocaciones, al repetir cosas como un loro, aun si  no tuviera algo de verdad en ellas.
     Sin embargo, este chango viejo, que ha visto a través de los ojos de madurar con sabiduría, puede ahora regresar a las enseñanzas del pasado y, tal vez, realizar las verdades y no verdades inherentes a ellas.