Algunas
veces, nos cuesta mucho quitarnos el
acercamiento automático a vivir como en
la juventud y despertar conscientemente
a lo que está pasando en nuestra
vida. Es posible o no que estemos
asombrados por lo que vemos como el principio de maduración, pero podría
motivarnos a buscar algo de ayuda para tratar con sus cambios que siguen sin
parar. Mientras el arte de enfocar
nuestra atención en un objeto, tal como la respiración, realmente nos ayuda con
las cuatro etapas de madurar y tal vez sea más benéfico en la primera, la
denominada el despertar.
Después de todo, el temprano
reconocimiento de reconocer que estamos madurando
probablemente ocurre debido a alguna
alteración física o mental, la cual puede ser gradual pero, a menudo, es como
un rayo. Hace sentido, entonces, que el
beneficio inicial de una práctica de concentración, sí la tenemos disponible,
es ayudarnos a restaurar nuestra estabilidad ante tal shock.
Por ejemplo, si estamos experimentando la presión alta, enfocándonos en
algo tan sencillo como nuestro aliento, asistirá para regresarla a algo más
cerca de lo normal. Sí estamos pasando
por el dolor, la concentración servirá como la cimentación para otras prácticas
que lo harán más tolerable. A través de
todo esto, empezamos a darnos cuenta de un sentido de espacio en el cual es
posible que disfrutemos un poco de descanso y paz temporal. Además, habremos ganado una consciencia más
grande acerca de lo que está pasando con nuestra condición física. Segundo, estaremos dándonos una oportunidad
para regenerar y aumentar nuestra claridad mental. Empezaremos a vernos en una luz diferente con
menos y menos confusión e ignorancia.
Nos daremos cuenta del valor de la cimentación que la concentración
ofrece al próximo paso meditativo, la atención plena, que nos permite explorar
los diferentes niveles de consciencia
dentro de nuestro ser interior. Acaso
aun cuando experimentemos el valor del silencio para reducir el habla dañina. Nuestra
habilidad para “interbe” (el nivel de comunicación que tenemos entre nuestro
ser interior y exterior), también puede llegar a mejorar creando un balance no previamente
experimentado. Y durante todo esto, es
posible que descubramos que podemos dar servicio a otros quienes también están
experimentando las etapas iniciales del madurar.
Obviamente, usando la versión mejorada de
lo que solíamos pensar de “contar a 10”
o “tomando tres respiraciones profundas” antes de responder a una situación que
contiene estrés, ha llegado a ser una cuerda de salvación directamente del
asombro inicial de lo que nos causó reconocer que estamos madurando. Muchos como yo, quienes se despertaron
en medio de la noche sintiendo un estrés
no común en su pecho, hemos experimentado uno o dos beneficios de practicar la concentración
dentro de los primeros pocos minutos.
Además, dar un paseo en la naturaleza llega a ser una maravilla debido
al incremento de nuestra habilidad para
enfocarnos y sinceramente tomar la gratitud en su belleza. En conclusión, la mayoría de la gente, quien
ha experimentado verdaderamente la etapa inicial de madurar y empezar una práctica de concentración, continuará, sin duda, a
disfrutar y expandir su valor infinito en la vida cotidiana, ¿Y tú?
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